−Ahí viene −dicen.
Aunque hablan entre ellos tapándose la boca con las manos, Luque los escucha. Entra al edificio y cierra la puerta con cuidado.
−Buenas noches.
Quiere esquivarlos por un costado del pasillo, pero le interrumpen el paso.
−Luque, lo estábamos esperando.
−Es el piso de arriba.
Luque los mira sin entender de qué hablan ni cómo saben su nombre. Se mudó esa mañana y lo único que quiere ahora es tirarse en el sillón de su casa y comer la pizza.
−Si me disculpan… −dice. Intenta seguir su camino, pero le vuelven a cerrar el paso.
−No podemos vivir así.
Miran hacia arriba como si pudieran ver a través del techo. Luque presta atención. No oye nada, pero ve en detalle algunas de esas caras, las más cercanas y nítidas. Un hombre de bigote recortado y cejas tupidas. Otro de sombrero. Otro de edad indescifrable. Otro de orejas kafkianas. Otro de gestos nerviosos y pupilas dilatadas. Una mujer vieja de pelo naranja. Otra de rulos y anteojos. Otra, joven, con unas pecas deliciosas.
−Somos gente tranquila.
−De bien.
−Trabajadora.
−No hacemos mal a nadie.
Luque no sabe de dónde salieron. Son muchos. No recuerda cuántos departamentos hay en el PH.
−Hay que hacer algo −dice el del sombrero.
−Pero, ¿qué pasa? −pregunta Luque.
−El piso de arriba −repiten.
−Es que la última vez… −la mujer de rulos de pronto se calla por el codazo que le pega la de pelo naranja.
Luque da un paso hacia atrás, toma aire, abre la boca. No llega a hablar. Le parece oír algo y vuelve a prestar atención. Asiente.
−Quizá habría que subir y ver… −algo no está bien, pero no llega a entenderlo.
−Qué buena idea, Luque.
−Usted es el nuevo.
−Vamos, le toca.
Luque duda. Mira la caja, todavía tibia, con la pizza. Unas manchas de grasa aparecieron en el borde.
−Yo se la tengo −dice una mujer. Empuja a otros para acercarse a Luque y le saca la caja.
−¿De qué es?
−Napolitana −contesta Luque.
−¿Con albahaca?
−Esa es la margarita.
−La napolitana también puede traer albahaca.
−No, no puede. Tiene ajo.
−No son excluyentes.
−Si me disculpan… −interrumpe Luque. Con un gesto le pide la caja a la mujer, pero la mujer se la niega. Le pasa la caja al del bigote recortado.
−¿Usted no iba a subir?
−No −contesta Luque. Mira la puerta de su casa, al final del pasillo. Mira a la de pecas deliciosas pero no encuentra su complicidad.
−¿Cómo que no? −avanzan hacia él, lo acorralan contra la pared.
−Es de los que dicen qué hacer, pero no hace nada.
Luque se siente como si estuviera en un pozo y ellos lo miraran desde la superficie.
−Usted también dijo que hay que hacer algo −dice Luque al hombre del sombrero.
−Pero la idea de subir fue suya −contesta.
−Hágase cargo, Luque.
−Sea buenito −dice la mujer de pelo naranja.
−¿Quién me acompaña? −pregunta Luque.
La luz del pasillo se apaga y alguien vuelve a encenderla, con cierta demora.
−Con que suba uno… −la mujer de pelo naranja le vuelve a pegar un codazo a la de rulos.
−Está bien −Luque se abre paso hasta llegar al pie de la escalera. Mira hacia arriba. Le parece oír un ruido sordo, pero puede ser su imaginación.
−Espere.
−¿Va a subir así?
−¿Así, cómo? −pregunta Luque.
−¡Así! −algunos niegan con la cabeza, otros lo miran con ojos desorbitados, una mujer se tapa la cara con la mano.
−Y… −Luque no sabe qué contestar. Sube el primer escalón y se queda ahí. Está a punto de decirles algo, pero no lo hace. No quiere darse vuelta. Tiene miedo de verles las caras. Se queda quieto, contiene el aliento unos segundos. Siente el movimiento a sus espaldas, siente un frío que le recorre el cuerpo, siente que se acercan.
−Después no diga que no le avisamos.
Luque respira profundo. Se toma de la baranda y empieza a subir la escalera.
Sandra De Falco (Buenos Aires, 1976) formó parte del Grupo Alejandría, donde participó en la organización de lecturas y entrevistas en vivo y en la edición de la antología El impulso nocturno (2007). Publicó cuentos y traducciones en diferentes medios: Lanzallamas, Espacio Murena y La Balandra. Obtuvo el Segundo Premio del Concurso Nacional de Literatura de Fundación ProArte (Córdoba, 2017). Tiene un libro de cuentos inédito: Una especie de felicidad.